Bienvenidos a Puebla, el paraíso de la cerámica talaverana. Puebla es uno de los estados mexicanos más famosos y visitados. En parte eso se debe a su patrimonio y monumentalidad, en parte a la cercanía de Ciudad de México.
Puebla, un estado mexicano lleno de historia.
Bautizada con más de un nombre, se le conoce como Puebla de los Ángeles, Angelópolis, Puebla de Zaragoza y oficialmente desde 1950 como la Heroica Puebla de Zaragoza.
Este último nombramiento, fue dispuesto en honor al General Ignacio Zaragoza, quien consiguiera un importante triunfo para el pueblo mexicano contra los franceses. Con destreza estratégica, una tropa valerosa y el amor por defender a la patria, el 5 de mayo de 1862, consiguió la victoria de lo que sería la primera batalla en contra de la intervención francesa para México, día que se rememora por todo lo alto como la célebre Batalla de Puebla o Batalla del 5 de mayo y que se festeja con gran algarabía llegada la fecha. Incluso existe una importante arteria vial que cruza la Ciudad de Puebla, en decoro de aquel memorable acontecimiento, el Blvd. 5 de mayo, que se bifurca para llegar a los Fuertes de Loreto y Guadalupe, escenario de aquel glorioso combate.
La hermosa capital poblana flanqueada por los imponentes volcanes, Popocatépetl e Iztaccíhuatl, que nos regalan esas vistas idílicas de sus nevadas cumbres, goza de un clima mayormente templado.
El Estado de Puebla, además de esa majestuosidad paisajista de la que hace gala, la relevancia histórica y su riqueza cultural; posee un invaluable acervo arquitectónico en los 7 km2 en los que se extiende el zócalo y corazón de Puebla, que le merecieron el reconocimiento por parte de la UNESCO, como Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1987.
Su conjunto de edificios históricos repartidos por toda la ciudad hace que cada esquina esconda una sorpresa, adosada en las formas geométricas de las cerámicas de Talavera que cubren numerosas fachadas de Puebla.
Patrimonio Monumental.
Dotada de leyendas y cuentos fantásticos, Puebla nos invita a recorrer y adentrarnos en esas, sus calles ataviadas de azul y blanco, revistiendo como una máscara las casas coloniales con hermosos patios interiores, como el del anexo del Templo de Nuestra Señora de la Concordia, conocido como el Patio de los Azulejos, uno de los más bellos que podemos encontrar o el del Museo Poblano de Arte Virreinal, que es el segundo en tamaño de Puebla y, que en antaño, fungiera como hospital para los menos desfavorecidos. Destaca en él la elegancia de su arquería y se puede decir categóricamente, que incluso aquellos abandonados y deteriorados por el paso del tiempo, aún conservan el encanto como muestras fehacientes que reflejan la opulencia de la época.
No puede dejar de apreciar esas construcciones de un hermoso estilo barroco, hoy muchas de ellas convertidas en museos como la Casa del Deán, la Casa del Alfeñique, la Casa de los Hermanos Serdán, el Museo Amparo o la Casa de los Muñecos, con su fachada ornamentada con figuras. Se dice que fueron puestas por el propietario en tono socarrón hacia los gobernantes de la época porque no permitían la construcción de edificios más altos que las Iglesias y edificios gubernamentales.
Tras la evangelización, como sucedió en muchos sitios de América Latina, podemos encontrar impresionantes edificaciones religiosas y Puebla no es la excepción. Tiene una Catedral que es digna de admirarse, de gran altura y belleza arquitectónica, no pasa desapercibida en nuestros andares por el centro histórico. Data de del siglo XVI y cuenta con un altar diseñado por el escultor Manuel Tolsá.
Una de las más espectaculares es la Capilla del Rosario, que tiene un magnífico santuario, con altares recubiertos de oro. No puede omitir en su visita por la Ciudad de Puebla.
Otras que se encuentran en la periferia de la ciudad poblana y que vale la pena mencionar son : la iglesia de Nuestra Señora de los remedios, ubicada en la cúspide de lo que fuera la Gran Pirámide de Cholula; así como las iglesias de San Francisco Acatepec y Santa María de Tonantzintlá. Ambas compiten entre sí por ser las más bellas de México, Son extremos opuestos al reflejar una, la exuberancia del lujo interior; y la otra, el sincretismo y mestizaje de una decoración que muestra el indigenismo integrado en la religión. Sólo por nombrar algunas.
Siguiendo por la senda religiosa, en la Casa de la Cultura, podemos hallar la Biblioteca Palafoxiana de gran belleza por su ornamentado estilo y, que alberga en su interior una colección que asciende a 43, 000 volúmenes, entre los que destacan una buena cantidad de libros de teología.
En nuestro paseo por Puebla, cabe hacer patente, la abundancia artesanal que podemos apreciar en lugares con atractivo y de colorido inigualable como lo es el Mercado conocido como “El Parián”, con incontables tiendas que venden un sinfín de piezas de cerámica de Talavera o, como Callejón de los Sapos, que además de ser un pintoresco rincón poblano, nos ofrece una variada oferta para aquellos que gustan de las antigüedades, y qué decir del “Barrio del Artista”, una galería al aire libre donde se exponen con orgullo las obras de la mano oriunda de talentosos artistas.
Gastronomía poblana
En Puebla se puede palpar también el resultado de la mezcla indígena-hispana, en su gastronomía, con un amplio abanico de sabores, aromas, colores que alegran los sentidos.
Cuenta con platos que poseen fama internacional, como por ejemplo dos de ellos que los viera nacer la cocina del Ex Convento de Santa Rosa, como lo son, el mole poblano y el chile en nogada, referentes obligatorios del arte culinario de Puebla y con singular pasado histórico para el logro de su confección.
Una de las bases del alimento del pueblo mexicano, se sustenta en el uso del maíz y por ello lo podemos encontrar en muchísimos platillos en todo el territorio, en Puebla particularmente, encontramos las «chalupas», hechas de tortilla de maíz sofritas, bañadas por encima con salsa, carne deshebrada y queso fresco, o los «tlatloyos» (tortilla rellena de maíz y frijol) acompañados de crema (nata) ácida y queso, muy típicos en el cercano pueblo de Atlixco; las «orejas de elefante o memelas», que haciendo honor a su nombre son gigantescas tortillas muy bien servidas.
Otros productos típicos son la «cecina», las «cemitas», la «pancita» (callos), el «pozole», el «mole verde», que es una de las muchas variantes a las que se les conoce como «mole» y que ésta hecho a base de tomate verde (una especie de physalis con gusto ácido) y pepita de calabaza, entre otros muchos ingredientes.
También podemos disfrutar de un gran surtido que consiente a pequeños y grandes con los famosos dulces típicos poblanos como las «obleas con miel o cajeta» (similar al dulce de leche), los «buñuelos», frutas «acitronadas», uno de los más típicos es el «camote», un túberculo dulce que se cristaliza con azucar o se baña de miel de piloncillo, los «borrachitos» (gominola con un ligero sabor alcoholizado y dulce), los «polvorones», los «mazapanes», «pepitorias», «alegrías» y no podemos olvidar mencionar, las «tortitas de Santa Clara», una galleta creación y regalo del entonces Convento de Santa Clara.
Es tal importancia de ésta azucarada tradición que podemos encontrar toda una calle donde se extienden tiendas y tiendas que ofrecen estos productos, conocida por los locales como la «calle de los dulces». Por lo que no tiene pretexto para no acercarse hasta allí y corroborar la fama bien ganada de los dulces poblanos.
POR DONDE SALIR
Por la noche Puebla se viste de fiesta. El ambiente en torno al zócalo se llena de algarabía, sin duda alguna contagia e invita a unirse al festejo, en sus animadas calles se percibe el calor de su gente y la hospitalidad de la misma.
Cenar en la zona de los Arcos frente a la Catedral, nos ofrece un primer plano de ésta imponente iglesia o, acercarse hasta el Barrio del Artista o el Callejón de los Sapos, donde encontramos un ambiente bohemio y más de un sitio nos espera para deleitarnos con copeo y trova.
A los poblanos les gusta disfrutar de la vida nocturna y para mejor muestra de ello, uno de los boulevares principales de Puebla, llamado Juárez, donde hay una gran cantidad de bares, restaurantes y discotecas para aquellos que quieran darse una vuelta por allí y conocer más de las costumbres locales.
No olvide visitar también los 8 pueblos mágicos de Puebla.
–Atlixco, Cholula, Zacatlán, Cuetzalan del Progreso, Chignahuapan, Pahuatlán, Tlatlahuitepec y Xicotepec de Juárez
Sin duda con la peculiaridad y folklore de cada uno le cautivarán. Disfrute de su viaje por Puebla.